EL NARCISISMO HUMANO

ESTO LO ESCRIBI HACE MIIIIIILES...CUANDO LE HACIA LOS TRABAJOS DEL LICEO A LA GORDA JOAJOA. MI CEACION MUAJAJAJAJA

Durante siglos el ser humano ha buscado la satisfacción de sus deseos personales, lo cuales no siempre pueden ser cumplidos por una cuestión de normas, generalmente morales. Esta moralidad lleva a que muchos deseos sean reprimidos por el inconsciente, justamente por ser inmorales. El aparato psíquico consta de una parte consciente, llamada el “yo”, una parte preconsciente, llamada “super-yo” y una parte inconsciente llamada “ello”. El super-yo contiene la parte moral de la psiquis, y se termina de formar aproximadamente a los 7 años. En ella queda impreso todo lo que esta mal o bien y no se puede modificar luego de asentada. Perpetúa la influencia paternal a lo largo del período infantil durante el cual el ser humano en formación vive en dependencia de sus padres. El ello es quien expresa el verdadero propósito vital del organismo individual: satisfacer sus necesidades innatas. Busca satisfacer estos deseos y no hace caso a normas de ninguna índole. El yo gobierna la motilidad voluntaria. Su tarea consiste en la auto conservación, y la realiza en doble sentido. Frente al mundo exterior se percata de los estímulos, acumula (en la memoria) experiencias sobre los mismos, elude (por la fuga) los que son demasiado intensos, enfrenta (por adaptación) los estímulos moderados y, por fin, aprende a modificar el mundo exterior, adecuándolo a su propia conveniencia (a través de la actividad). Hacia el interior, frente al ello, conquista el dominio sobre las exigencias de los instintos, decide si han de tener acceso a la satisfacción aplazándola hasta las oportunidades y circunstancias más favorables del mundo exterior, o bien suprimiendo totalmente las excitaciones instintivas. O sea que el yo actúa como mediador entre el ello y el super-yo. Los deseos del yo se “filtran” a la conciencia a través de los sueños, que es cuando el yo esta en estado de reposo y no ofrece tanta resistencia. A pesar de esto los sueños muchas veces parecen no tener sentido, porque la fuerza de resistencia, aunque con menos intensidad, sigue actuando. A esto le llamamos “deformación onírica”. El contenido que recordamos del sueño se denomina contenido manifiesto. Pero para comprender lo que realmente significa el sueño debemos descubrir su contenido latente, que es lo que realmente quiere decir el mismo. En esta elaboración onírica encontramos la condensación, el desplazamiento, la dramatización y la simbolización. Un ejemplo de esta elaboración es el sueño que tuvo una paciente de Frink. Una mujer joven sueña que se pasea por la quinta avenida con una amiga; se detiene frente a la vidriera de una modista para mirar unos sombreros; por fin entra y compra uno. Al ser interrogada, recuerda que efectivamente ha paseado por la quinta avenida, tiempo atrás; ha mirado los sombreros, pero no ha comprado. Su marido estaba en la cama, enfermo de gravedad, y ella andaba muy preocupada. Una amiga había venido a buscarla, esperando cambiar sus ideas pesimistas con el paseo. Durante éste, la conversación recayó sobre un hombre al que ella había conocido antes de su casamiento y del cual había estado muy enamorada. Hubiera sido una quimera para ella pensar en un casamiento con ese hombre tan rico. Acerca del sombrero, la mujer manifiesta, además, que ha deseado comprarse uno, pero que eso era imposible dada la pobreza de su actual marido. Por ultimo, este sombrero, en el sueño, es negro. Este detalle brinda la clave del sueño: la imagen del sombrero de luto esta determinada en un triple deseo: muerte del marido; deseo de casarse con el hombre amado, y deseo de tener dinero. Por supuesto que la paciente no tenia idea de tener estos deseos, y cuando lo pensaba le causaba asco de si misma, porque era algo totalmente inmoral, por lo tanto había sido reprimido al inconsciente. La convivencia social sería imposible si diéramos rienda suelta a los deseos que surgen naturalmente en cualquier sujeto humano. Estos deseos son totalmente egoístas y narcisistas. Bien podemos ver, especialmente a través de los sueños q hacen aflorar los deseos reprimidos del inconsciente, que los convencionalismos nada tienen q ver con los deseos reales de la persona, si no que son una especie de disfraz que mantiene escondido el verdadero deseo del hombre. Probablemente no haya un acto en el mundo q sea dirigido a satisfacer a otra persona, sino que todos los actos q hacemos se dirigen a nuestra satisfacción propia. Una gran descripción sobre estos convencionalismos la hizo Friedrich Nietzsche: “El deber, las convenciones, la fidelidad, el desinterés, la bondad, son drogas que nos sumen en un letargo tan profundo que, si llegamos a despertar, a despertar del todo, lo hacemos al final de la vida. Y solo para darnos cuenta de que no hemos vivido de verdad”.
Resumiendo, estos convencionalismos morales vendrían a ser una suerte de “disfraz” que oculta la verdadera naturaleza egoísta del hombre. Esto fue ya propuesto aunque de distintos modos, por distintos autores, tales como Nietzsche, Freud y Adler, quienes a pesar de tener muchas diferencias en sus teorías, apuntaban hacia un mismo lugar. Según Adler, todo lo que el ser humano hace, lo hace para ser superior a los demás, ese afán de superioridad es la fuerza motivacional del hombre.
Nietzsche, en su teoría de la “voluntad de poder” propone que todo lo que el hombre realiza lo hace para ejercer una relación de poder sobre la otra persona Por ejemplo, si yo ayudo a una persona, me sentiré bien conmigo mismo y esa persona se sentirá en deuda conmigo, por lo que yo pasare a ejercer un determinado poder sobre ella.
Finalmente, Freud propone que todos nuestros actos están orientados a satisfacer un impulso sexual.
Sea como sea, para satisfacer la voluntad de poder, sentirme bien conmigo mismo, etc, podemos ver que todo acto y sentimiento del ser humano es egoísta. Así, cuando me enamoro de una persona no estoy feliz por esa persona, estoy feliz por la sensación que a mi me causa el amor.
En un articulo de Freud, “Adición metapsiclogica a la teoría de los sueños” podemos respaldar esta hipótesis, conociendo lo q dice en uno de sus párrafos:
“...Todo lo que sabemos de los caracteres psíquicos del estado de reposo, lo hemos averiguado en el estudio de los sueños. Estos no nos muestran al hombre durmiendo, pero no pueden por lo menos de delatarnos algunos caracteres del estado de reposo. La observación nos ha descubierto algunas peculiaridades del fenómeno onírico, que al principio nos parecían ininteligibles, pero que luego hemos llegado a comprender perfectamente. Así, sabemos que el sueño es absolutamente egoísta y que la persona que en sus escenas desempeña el principal papel, es siempre la del durmiente. Esta circunstancia se deriva, naturalmente, del narcisismo del estado de reposo...”

En efecto, cada uno de nosotros alberga en el fondo de su alma a una criatura soberbia, que se considera con el derecho de que los demás estén a su disposición incondicionalmente, sea como objeto sexual o sumiso trabajador. Considera que la felicidad de los otros consiste en atender a sus caprichos y merecen ser aniquilados si se niegan a estas demandas. Lógicamente, la prohibición del incesto y del homicidio, no son freno para sus pretensiones. Pero como la vida en sociedad es una necesidad vital y todos pretenden lo mismo, se hizo imprescindible controlar y limitar las pretensiones de esta criatura. El ser humano aprendió a compartir y a colaborar con sus vecinos, es decir, a ser solidario.
La educación forma una parte adulta de nuestra personalidad que está dispuesta a respetar al otro, reprimir esa criatura caprichosa y hacer todo el esfuerzo necesario para ganarse a través del cariño, el estudio y el trabajo, el respeto y el cariño del otro semejante.
Ambas partes de nuestra personalidad - la criatura caprichosa y la que la reprime- mantienen una lucha constante y sin fin. El problema que la sociedad enfrenta sin resultados demasiado alentadores es la necesidad de frenar la hostilidad que la criatura va acumulando por las inevitables frustraciones que debe soportar.
La competencia narcisista en el grupo y entre grupos, ingredientes inevitables de la vida social humana, puede ser productiva (competencias artísticas, deportivas, científicas) o destructiva (locura, genocidio y guerra) colocando en el medio de estos extremos la división de la sociedad en clases.

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