No sé, Capitulo 1

Escribiré un libro? No me veo ni capaz ni constante, pero bueno, esta imagen de este tipo y esta mina que aparecen en este lugar la tenia desde ayer en la cabeza y necesitaba canalizarla, y esto fue lo que salió. Si tendra o no continuacion dependera de si aparece alguna otra imagen a canalizar

CAPITULO 1. AQUELLA EXTRAÑA NOCHE

El lugar le pareció apropiado a Ánton para pasar aquella extraña noche en un lugar mas extraño aún. Ánton acercó el oído a la desvencijada puerta de madera y sintió un leve bullicio de risas etílicas e insultos en su interior. Empujó la puerta hacia adentro, y a pesar de que no había aplicado fuerza creyó que se rompería por la manera en que bailaba sobre los goznes. Dentro del Paraíso hacia tanto frió como afuera, ya que la mitad de sus ventanas estaban rotas y ni siquiera los parches de cartón que les habían aplicado lograban impedir el paso del gélido viento. La barra era una especie de gran mesa de madera de unos dos metros de largo, rodeada de unos largos taburetes, también de madera, algunos de ellos con las patas rotas. Cinco hombres, que parecían ser todos igualmente gordos e idiotas, se sentaban enfrente de la barra y bebían cerveza de unas polvorientas jarras que apenas dejaban adivinar el liquido que había en su interior.
Charlaban sobre deportes, discutían y hablaban de sexo y de tetas y culos jóvenes con tanta lascivia que hasta el propio Antón, que no era para nada un mojigato, se sintió intimidado. Ánton imagino en ese momento que lo único que le faltaba a la patética escena que se desarrollaba enfrente de si eran unos gruesos hilos de baba corriendo por las desdentadas bocas de los “tabernicolas”, como los llamaba Antón desde que era niño.
Ánton siguió inspeccionando el antro y encontró en un rincón compuesto por mesas de vidrio partidas y sillones con el relleno de fuera, a una muchacha que se sentaba en uno de ellos y fumaba un cigarrillo con aire ausente, como si no percibiera el ambiente de machos en celo y ebriedad que flotaba a su alrededor, ni viera las brillantes y babosas miradas que le lanzaban los “tabernicolas” desde la barra.
La muchacha vestía una minifalda muy corta, casi por encima de los muslos, que dejaba ver abiertamente unas piernas largas y delgadas. Su piel era de un blanco casi traslucido, como si nunca hubiera salido de la taberna de mala muerte a ver la luz del sol.
Sus ojos eran de un marrón claro y acuoso con cierto tinte de verde. Tenia facciones delicadas, casi como si se tratara de una persona extremadamente frágil cuya salud esta en constante riesgo. La musculosa ajustada al cuerpo, de un color púrpura profundo, dejaba ver unos brazos tan largos y delicados como el resto de su cuerpo.
Ánton decidió acercarse a conversar con la extraña muchacha, que a pesar de lo extraña era lo mas parecido a un ser humano que Ánton había visto en aquella extraña noche.

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